El mandatario de Colombia, Gustavo Petro, se encuentra en medio de uno de los periodos más desafiantes de su administración mientras se comienza a delinear el panorama político con miras a las elecciones presidenciales de 2026. Con una caída en su aceptación pública, un Congreso que muestra más divisiones y varias reformas importantes en discusión, Petro está decidido a promover sus iniciativas clave como su estrategia última para garantizar tanto su legado político como la continuidad de sus políticas a través de un sucesor que comparta su visión.
Petro, quien asumió la presidencia en agosto de 2022 como el primer dirigente de izquierda en la historia de Colombia, llegó al cargo impulsando un extenso programa de reformas en el ámbito social, económico y ambiental. No obstante, la aplicación de estas políticas ha encontrado grandes obstáculos debido a la oposición de sectores conservadores y moderados, así como a la ruptura de las alianzas que al principio le permitieron gobernar con cierta estabilidad. Ahora, conforme se aproxima el ciclo electoral, el presidente parece apostar sus últimas opciones en un esfuerzo por reactivar su proyecto político y garantizar su impacto en el futuro del país.
Las reformas como pilar principal de la estrategia
Uno de los elementos centrales de la táctica de Petro es lograr la aprobación de sus reformas esenciales, especialmente la reforma laboral, la reforma sanitaria y la reforma de pensiones. Estas propuestas pretenden cambiar de manera significativa sectores vitales de la sociedad colombiana, pero han provocado un acalorado debate tanto en el Congreso como en la opinión pública.
La reforma laboral, como caso puntual, propone incrementar los derechos de los empleados, subir los salarios mínimos y restringir la flexibilización laboral, acciones que han sido bien recibidas por los sindicatos pero criticadas por algunos sectores empresariales. En contraste, la reforma sanitaria sugiere un esquema más centralizado que da prioridad a la atención pública, lo cual ha suscitado inquietud entre las EPS (Entidades Promotoras de Salud) y ciertos grupos políticos que temen un colapso del sistema.
El mandatario ha manifestado con firmeza que estas reformas son cruciales para cumplir los compromisos de su campaña. «No podemos seguir administrando pensando únicamente en las ventajas de un número limitado de personas. Estas reformas son para el pueblo, para reducir las brechas de desigualdad que han caracterizado a Colombia durante tanto tiempo», declaró Petro en un discurso reciente.
No obstante, el progreso de estas iniciativas en el Congreso ha sido lento y complejo. Las divisiones internas dentro del Pacto Histórico, la coalición de gobierno, y la oposición de partidos contrarios han hecho difícil la conformación de mayorías firmes para sancionar estas reformas, colocándose el presidente en una situación de vulnerabilidad.
El elemento electoral: garantizar un cambio político
Además de las reformas, Petro también se enfrenta al reto de allanar el camino para las elecciones de 2026. Aunque la Constitución colombiana le impide postularse nuevamente, el presidente debe asegurar que su sucesor sea una persona que comparta su visión progresista, lo que permitiría la continuidad de su proyecto político.
En este contexto, Petro ha empezado a considerar a varios aliados importantes como posibles candidatos de su movimiento. Entre los nombres más mencionados se encuentran Francia Márquez, actual vicepresidenta y destacada defensora de la justicia social y ambiental, además de algunos líderes regionales del Pacto Histórico que han ganado visibilidad en tiempos recientes.
Sin embargo, la división dentro de la coalición oficialista constituye un desafío para unificar a todos tras un solo candidato. Además, los partidos opositores, como el Centro Democrático y ciertos grupos independientes, ya han comenzado a organizarse para aprovechar el descontento social y promover una opción que se oponga a las políticas de Petro.
Retos y peligros en el futuro cercano
El escenario para Petro no es fácil. Su administración ha recibido críticas debido a problemas persistentes como la inseguridad, el narcotráfico y la falta de progresos significativos en la implementación del acuerdo de paz firmado en 2016. A esto se suma su estilo confrontativo y sus frecuentes enfrentamientos con los medios de comunicación y los sectores empresariales, lo que ha ayudado a polarizar aún más el ambiente político en el país.
Además, las complicaciones económicas, que se han visto empeoradas por la inflación y el desempleo, han impactado a millones de colombianos y han deteriorado parte del respaldo que el presidente tenía al comienzo de su gestión. Según los sondeos más recientes, el nivel de aprobación de Petro ha descendido a menos del 40%, lo cual indica un aumento en la insatisfacción ciudadana.
El legado político de Petro
Con los comicios de 2026 acercándose velozmente, el presidente Gustavo Petro se encuentra en un momento decisivo. Si consigue que sus reformas sean aprobadas y consolida a un candidato sólido para sucederlo, podría garantizar la continuidad de su proyecto político y dejar un legado perdurable como el líder que convirtió a Colombia en una nación más inclusiva y justa.
No obstante, si sus intentos no tienen éxito, Petro podría terminar su periodo con un gobierno debilitado y sin un representante claro de su visión en la carrera electoral. Esto podría facilitar el regreso de fuerzas políticas conservadoras y moderadas que podrían desmantelar gran parte de los logros alcanzados durante su administración.
Sin embargo, si sus esfuerzos fracasan, Petro corre el riesgo de terminar su mandato con un gobierno debilitado y sin una figura clara que represente su visión en la contienda electoral. Esto abriría la puerta a un posible regreso de fuerzas políticas conservadoras y moderadas que podrían desmantelar gran parte de lo avanzado durante su gestión.
En este sentido, los próximos meses serán cruciales para definir no solo el futuro de Gustavo Petro como líder político, sino también el rumbo que tomará Colombia en los próximos años. La apuesta del presidente es alta, y su capacidad para superar los obstáculos determinará si su administración será recordada como un punto de inflexión en la historia del país o como una oportunidad perdida en medio de la incertidumbre política.